miércoles, 10 de abril de 2013

Miedo y Asco en Las Vegas; Hunter S. Thompson



<Los de la revista deportiva me habían dado también trescientos dólares en metálico, la casi totalidad de los cuales estaba ya gastada en drogas extremadamente peligrosas. El maletero del coche parecía un laboratorio móvil de la sección de narcóticos de la policía. Teníamos dos bolsas de hierba, setenta y cinco pastillas de mescalina, cinco hojas de ácido de gran potencia, un salero medio lleno de cocaína, y toda una galaxia de pastillas multicolores para subir, para bajar, para chillar, para reír... y, además, un cuarto de tequila, un cuarto de ron, una caja de cervezas, una pinta de éter puro y dos docenas de amyls...>

Con este arsenal cargado en el maletero de un Chevrolet descapotable al que llaman cariñosamente el Gran Tiburon Rojo, Hunter S. Thompson y su abogado samoano se dirigen atravesando el desierto de Nevada hacia la ciudad del juego. Una llamada desde Nueva York de la revista para la que Thompson trabaja supondrá la prueba irrefutable de la existencia del “Sueño Americano”. Debido a ello y sin mayores explicaciones se armara, aconsejado por su abogado, de todo tipo de drogas estimulantes y alucinógenas, considerando imprescindible el alquiler del mencionado Chevrolet y un magnetófono para poner rumbo a Las Vegas.
El evento a cubrir será la mítica carrera Mint 400, de la que tendremos pocas noticias durante el relato, pues el estado paranoide en el que se embarcarán por efectos del eter, la mescalina o el LSD les hará tomar derroteros muy alejados del objetivo principal del viaje. A partir de aquí cualquier explicación sobra, el descojone está asegurado... si bien para tener mejor visualización de las escenas que vamos a ir descubriendo convendría echar una ojeada a la fantástica película de Terry Gilliam magistralmente interpretada por Johnny Depp y Benicio Del Toro, que para nada desmerece la narración del periodista Gonzo. Así se calificará a sí mismo H. S. Thompson, célebre columnista de la revista Rolling Stones, donde el sujeto periodístico formará parte activa de la acción del reportaje.
Sería díficil catalogar los acontecimientos de pura ficción o de relato autobiográfico. Y está bien que así sea. De alguna manera es así como nos hacen ver las drogas el mundo bajo sus efectos. Entre la ficción y la realidad o haciendo de la realidad una maravillosa ficción que en su exceso desemboca en un maravilloso infierno.
Una cosa es segura, Hunter no decepciona. El siguiente encargó será para cubrir la convención de Fiscales de Distrito en su tercera asamblea nacional sobre narcóticos y drogas peligrosas; y si piensan que Thompson y su abogado samoano no van a tener los suficientes cojones de ir, es que aún no los conocen...

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